El síndrome de ovario poliquístico (SOP) es una alteración endocrina que afecta entre el 5 % y el 13 % de las mujeres en edad reproductiva, según datos recientes. Si bien su causa exacta aún se desconoce, la ciencia apunta a una combinación de predisposición genética y factores ambientales, comenzando muchas veces en la adolescencia.
“En el SOP uno de los principales desequilibrios hormonales ocurre entre dos hormonas que regulan el ciclo menstrual: la LH y la FSH. Normalmente están en equilibrio, pero en el SOP la LH suele estar más alta que la FSH, lo que altera la ovulación y favorece la producción de hormonas masculinas (andrógenos).
Además, muchas mujeres con SOP también tienen resistencia a la insulina, lo que significa que su cuerpo no usa bien esta hormona y necesita producir más. Ese exceso de insulina también estimula al ovario a producir más andrógenos, empeorando el desequilibrio hormonal, explica la Dra. Danaé Faride, ginecóloga-obstetra con más de una década de experiencia y especialista de la clínica Perfect Skin.
Detectarlo a tiempo es clave para prevenir sus complicaciones. La Dra. Faride destaca tres señales esenciales para su diagnóstico:
- Alteraciones del ciclo menstrual: menstruaciones irregulares, poco frecuentes o incluso ausentes.
- Signos de hiperandrogenismo: como el exceso de vello facial o corporal, acné persistente o caída de cabello.
- Ecografía pélvica: presencia de múltiples folículos que no llegan a liberar óvulos, lo que genera la formación de quistes.
Es importante destacar que la presencia de un solo síntoma no implica SOP. El diagnóstico clínico se establece cuando al menos dos de estos tres criterios están presentes.
Respecto al tratamiento, la primera línea de acción está enfocada en los cambios en el estilo de vida. “Una alimentación equilibrada, ejercicio regular, manejo del estrés y un buen descanso pueden mejorar significativamente los síntomas”, afirma Faride.
La especialista recomienda reducir el consumo de alimentos con alto índice glucémico como azúcares simples, ultraprocesados y refrescos, y optar por una dieta rica en fibra, vitaminas y minerales. “Carbohidratos complejos como avena, arroz integral, verduras, proteínas y grasas saludables ayudan a controlar los niveles hormonales y metabólicos”, añade.
Los cambios en la composición corporal, incluso moderada, pueden marcar una diferencia sustancial en la salud hormonal y reproductiva de las mujeres.
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