Pinterest

viernes, 30 de abril de 2010

Ironías del Día del Niño


Con motivo de este día, rutacero los invita a reflexionar ...
Artículo publicado en el Editorial de "El Universal"


Junto al problema del desempleo que México padece, coexiste una población infantil que labora para sobrevivir y ayudar a alimentar a su familia. No pretendemos amargar el Día del Niño, sino reflexionar sobre aquellos a quienes su realidad les arrebata la inocencia infantil. Esto no debe aceptarse como resultado de la pobreza presente, sino plantearse como una responsabilidad para rescatar el futuro del país.

Uno de cada cinco niños mexicanos hoy tiene que trabajar. Muchos residen en áreas de la mayor marginación, sin los servicios básicos de salud, educación y vivienda. Chiapas, Durango, Guerrero, Hidalgo, Oaxaca y Puebla son los estados de la pobreza para todos, pero para 6.4 millones de niños de estos y otros estados de la República menos rezagados, el trabajo es tan cotidiano y tan duro como para sus padres.


De Oaxaca emigran niños menores de 15 años para trabajar como braceros en las cosechas de legumbres en Sinaloa. Otros laboran en los talleres de calzado de León, Guanajuato, en ensamble y limpieza con pegamentos y solventes, sin usar mascarillas ni guantes.


Son niños que contribuyen al gasto familiar, por lo que el problema tiene hondas raíces sociales y económicas, y no podrá ser resuelto con llamados a cumplir la ley que prohíbe ya emplearlos. Tampoco se soluciona con medidas legislativas, aunque sea indispensable promoverlas para que cuando menos, ante lo inevitable, los pequeños sean tratados con justicia y consideración.

La Organización Internacional del Trabajo tiene probado que el trabajo infantil entorpece la educación de los menores, afecta su desarrollo integral, pone en riesgo su salud y su vida, y atenta contra su dignidad humana. Difícil eludir que el pleno disfrute de esa etapa fundamental de la vida, la infancia, no puede darse en las condiciones en las que muchos mexicanos sobreviven. Su trabajo interfiere igualmente muchas veces con la oportunidad de una formación educativa.


La lección de los países desarrollados -que no nacieron así, sino establecieron políticas públicas, económicas y sociales, conducentes a mejorar la distribución de oportunidades y el bienestar- es que conviene regular y combinar las jornadas para que trabajo y estudio sean complementarios.


Como lo demostró la revolución industrial primero, y ahora lo refrenda la revolución del conocimiento, los niños que sean marginados de la preparación por el exiguo beneficio, que no se puede negar produce su trabajo presente, serán, en el futuro, los adultos que no lograrán empleo más allá de la subsistencia.


Dejarlos atrás, obviar que hay que ayudarlos a ellos, pero también a sus familias para interrumpir el círculo de la pobreza, es responsabilidad de todos los integrantes de una nación que no puede resignarse a la pérdida de la sonrisa de millones de sus niños.


Fuente: http://www.eluniversal.com.mx

Colaborando para rutacero

Jahaziel Hernadnez Huizar


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu opinion es importante...